Con 2.100 millones de toneladas de desechos sólidos al año según la ONU, transformar residuos en biogás, hidrógeno verde o electricidad es clave para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y frenar el cambio climático.
Noruega ha invertido considerablemente en tecnologías que transforman los residuos en recursos energéticos. El país escandinavo ha logrado reducir su dependencia de los vertederos, y también generar electricidad y calefacción para miles de hogares. Todo ello gracias a sus modernas plantas de incineración y sistemas de recuperación de calor. A su vez, Suecia ha seguido una estrategia similar, convirtiendo la gestión de residuos en una fuente de energía renovable y sostenible.