Vivimos tiempos confusos, convulsos y de cambio. Lo que llega será complicado de resolver, se avecinan tiempos de crisis.
Sin embargo, las crisis de todo tipo llevan aparejada una oportunidad. Pueden ser el punto de inflexión para revisar patrones, pautas y modelos. Se corre el riesgo de que si la revisión es conservadora se puedan acentuar los desequilibrios y los anteriores errores.
Tenemos fresca en la memoria la situación vivida a partir de 2007. De ella aprendimos que las mujeres padecemos las crisis con especial virulencia. Desde una perspectiva de género, pudimos apreciar cuatro aspectos de la crisis que nos afectaron especialmente: su impacto en el empleo, tanto formal como informal; en la salud, incluyendo la violencia de género; en la pobreza y la migración; y su impacto en el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Estos aspectos se combinan de modo que inciden de forma más importante en la calidad de vida de las mujeres.
Las crisis nos afectan más a nosotras.