Las personas en el régimen de autónomos contribuyen al sistema a través de impuestos. Existen dos tipos, los directos y los indirectos. Los primeros se distinguen por ser los que gravan el patrimonio, los ingresos o cualquier otra forma de riqueza de una persona. Aquí se incluyen el salario, una vivienda o un terreno. Los impuestos indirectos, en cambio, son los que gravan la manifestación indirecta de las riquezas de las personas, tal y como explican desde Pibank. De este modo, se aplican sobre el consumo y las transmisiones de bienes o derechos.
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