Contar únicamente con conocimientos técnicos ya no es suficiente para competir en el ecosistema empresarial actual, ya que la imparable evolución de las tecnologías provoca, de forma paralela, la caducidad de las competencias más técnicas.
Una situación que no ocurre con las habilidades como la colaboración, comunicación, adaptabilidad o creatividad. Aptitudes sociales, emocionales o cognitivas conocidas como soft skills, que resultan indispensables para que las personas puedan crecer y mejorar su rendimiento, convirtiéndose en profesionales tanto en el ámbito técnico como competencial.