Aunque desde ámbitos distintos, de la banca a la energía, y en empresas de tamaños diferentes, de pymes a grandes corporaciones, las expertas que conversaron sobre talento y cultura coincidieron en que para evolucionar hacia organizaciones más humanas la clave está en poner el foco en la persona, en el propósito y en los comportamientos, y no solo en los resultados.
La cultura se ha convertido en una palanca estratégica de las compañías: se trata de construir entornos donde el talento pueda florecer gracias a la seguridad psicológica, la escucha y la confianza. Esa transformación exige también desaprender modelos heredados y gestionar el desafío intergeneracional. Las empresas tienen que saber atraer, pero sobre todo fidelizar, a través de conexiones reales, comunicación clara, respeto a la singularidad de cada profesional y coherencia entre lo que la compañía dice que es y lo que realmente es.