La Comisión Europea aspira a fijar los estándares internacionales en el sector de la inteligencia artificial, como ya hizo en materia de protección de datos, y lograr una posición de liderazgo mundial. Reconoce que esta tecnología tiene un enorme potencial en ámbitos tan diversos como la salud, el transporte, la energía, la agricultura, el turismo o la ciberseguridad, pero también que entraña riesgos.