No hables a menos que puedas mejorar el silencio
Jorge Luis Borges
El ruido no solo molesta, también contamina. En 1972, la Convención de Estocolmo de las Naciones Unidas reconoció el ruido como uno de los agentes contaminantes más agresivos. Más de cinco décadas después, y tras múltiples estudios científicos, se ha demostrado que el ruido puede tener un amplio impacto en la salud. No solo afecta al oído, sino también al sistema cardiovascular (hipertensión, arritmias), al sistema respiratorio (aumento del estrés oxidativo), y al aparato digestivo (trastornos funcionales por estrés). También se asocia con alteraciones del sueño, reducción del rendimiento cognitivo en niños, ansiedad y dificultades de concentración. En este contexto, el hogar se convierte en el primer escudo frente al ruido exterior. Por ello, la calidad del aislamiento acústico de los edificios es clave para garantizar una vida saludable y confortable. Y la zona de la vivienda, también.